jueves, 17 de octubre de 2013

UNA LIBRERÍA DE CUENTO. NACE UNA LIBRERÍA ESPECIALIZADA EN ESTE GENERO DE RELATO CORTO. MADRID

Cuando José Luis Pereira entró por primera vez en el número 34 de la madrileña calle San Vicente Ferrer, supo que su búsqueda había terminado. El local que hasta entonces había albergado una pizzería, se convertiría meses después en un negocio totalmente distinto: "Lo único que mis dos socios y yo teníamos era el amor por la literatura y el deseo de montar una librería, pero no una librería genérica, sino algo más especial. Como dos de nosotros practicamos el cuento, nos lanzamos a crear una librería especializada en relato".
Ni cortos ni perezosos, Pereira y sus compañeros se pusieron manos a la obra. Sin saber si tendrían suficientes volúmenes para abastecer la librería, lo único en lo que se fijaron en un primer momento fue en cuántas estanterías podrían caber en el local. Finalmente, en abril de 2008 abría sus puertas al público Tres Rosas Amarillas. "Para los amantes del cuento, el nombre ya es un referente. Raymond Carver tituló así un relato que narra el día de la muerte de Antón Chéjov. Así, en el nombre tenemos juntos a los maestros del cuento contemporáneo ruso y americano".
Cinco años después de su apertura, los desplegables y los teatrillos de cartón que ocupan el escaparate de la librería siguen llamando la atención de vecinos y transeúntes como el primer día. Cuando los más curiosos entran a echar un vistazo a una recopilación de cuentos de Oscar Wilde o un ejemplar de Los zapatos rojos de Hans Christian Andersen, notan cómo decenas de ojos les observan: convertidos en simpáticas marionetas, Edgar Allan Poe, Charles Dickens o Fiódor Dostoyevski contemplan atentos la escena desde los estantes que contienen sus obras.
Aunque esta librería de cuento con más de 8.000 títulos se ha convertido para Pereira en la realización de un sueño, también le ha traído alguna que otra pesadilla. Ahora que sus socios han abandonado el proyecto, el futuro de Tres rosas amarillas depende de él. "Nuestros amigos escritores y editores siempre decían que montar una librería era el sueño de su vida. Luego nos dimos cuenta de por qué ellos no lo habían hecho. La única razón por la que se sostiene un negocio así es porque es un proyecto personal. Sobrevive mientras el propietario tiene energías para continuar".
Además de las dificultades propias de poner en marcha un nuevo negocio, en este caso hay que añadir las particularidades de un género tan específico como el relato. "Dentro de los lectores que leen narrativa de calidad, el porcentaje de lectores que sólo leen relatos es ínfimo. El cuento no requiere un lector muy especializado, pero sí atento: No es algo que puedas leer en el metro o en el autobús. El cuento se te escapa en el momento en el que te pierdes una frase".

Cinco relatos imprescindibles

Al margen de los quebraderos de cabeza que la librería le pueda traer, una de las mayores gratificaciones que Tres rosas amarillas da a diario a su propietario es el trato con los clientes: "Aquí me siento más cómodo que en el salón de mi casa, y en parte eso es gracias a poder aconsejar qué leer a cada persona. Es la mejor parte de mi trabajo, pero también la más difícil". Aquí van algunas de sus sugerencias:
Para iniciarse. Todo como antes, de Kjell Askildsen.

Para regalar
. Matar en casa, de Jesús Urceloy.

Para descubrir
. Velocidad de los jardines, de Eloy Tizón.

Para leer y releer
. Tres cuentos, de Truman Capote.

Para leer al menos una vez en la vida
. Crónicas marcianas, de Ray Bradbury.

FUENTE: METROPOLI

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